Ayer se me ocurrió comenzar una nueva serie en el blog: síntomas de eso que Galbraith llamó la sociedad opulenta, una sociedad desquiciada en la que el consumo se promueve pase lo que pase, porque es la única manera de mantener esa loca carrera en la que están inmersas casi toda las empresas, y también la manera más segura de volvernos insostenibles.
Vamos con la primera entrega: ¿habéis visto los anuncios de Coca-Cola? ¿De verdad están vendiendo un producto simplemente por un cambio de envase? Sí, ya sé que no es el único caso, que los equipos de fútbol también lo hacen cada vez que cambian el diseño de la camiseta...pero a mí al menos me parece el colmo de consumismo...
1 comentario:
Coño, justo en eso pensaba yo esta mañana... menuda gilipollez, Coca-Cola se va a gastar tropecientos millones en contarnos que cambia la forma de sus botellas (sin que ello suponga ninguna ventaja objetiva), en la seguramente vana esperanza de que con ello compremos más de ellas.
Eso sí, parte de esos millones se empelan en generar contenido (alguno por creativos muy talentosos) y en financiar el funcionamiento de innumerables canales (impresores de carteles, cadenas de TV y radio, revistas) que hacen falta para mantener el sistema que consideras consumista e insostenible (y que lo es, ojo), pero que lleva trescientos años de éxito en sostenerse a sí mismo.
Así que cuidadín con ese tren de pensamiento, que empiezas identificando síntomas preocupantes y terminas cuestionándote toda la racionalidad dominante y escribiendo una tesis filosófica de 430 páginas sobre ello :-)
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