Esto ya lo descubrimos al comienzo del proyecto ADDRESS, en un muestreo a usuarios, pero parece que otros estudios dicen exactamente lo mismo. Esto se puede ver de dos formas: como un problema para las "utilities" tradicionales, o como una oportunidad para empresas que quieran entrar en este negocio, porque claramente van a tener, si lo hacen bien, el apoyo de los consumidores.
En un claro ejemplo de tratar de que esto no vaya a peor, el Reino Unido ha parado el despliegue de los "smart meters", para asegurarse de que el consumidor está a gusto. Si no, podría pasar lo que ya ha pasado en EEUU.
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