La pasada semana he estado en unas jornadas organizadas por la universidad para reflexionar sobre el papel que debe jugar una universidad de la Compañía de Jesús, sobre su misión y sus valores. La verdad es que ha sido una experiencia muy positiva, de la que me llevo bastantes ideas y buenas referencias (además de nuevos amigos). Quizá de las referencias que más me han gustado es este decálogo (bueno, casi) del P. Nicolás, General de los jesuitas, incluido en su discurso del 125 aniversario de Deusto:
1. Promover el equilibrio entre las disciplinas científico-técnicas y humanísticas, así como el equilibrio entre la búsqueda del conocimiento y la satisfacción de las demandas del mercado.
2. Procurar que la extensión del conocimiento no produzca nuevas desigualdades y mayores abismos, e impulsar soluciones que sean aplicables a países y personas desfavorecidos.
3. Fomentar investigaciones que encuentren modelos más justos de economía y gobernanza, y aportar un pensamiento capaz de anticipar nuevas visiones y caminos.
4. Lograr que el conocimiento sea transformador y fomentar en la academia, la sociedad y la opinión pública la asunción de principios éticos irrenunciables.
5. Impulsar la escucha y el diálogo intercultural e interreligioso.
6. Favorecer las dimensiones más profundas del ser humano y el sentido de trascendencia: la verdad, la bondad y la belleza.
7. Aplicar modelos de enseñanza-aprendizaje que fomenten el pensamiento autónomo y profundo, y ayuden a extraer verdadero conocimiento ante la avalancha de información a la que estamos sometidos.
8. Utilizar las oportunidades de las tecnologías de la comunicación para difundir el conocimiento y extender la formación de manera más creativa y participativa.
9. Ayudar a tomar conciencia de la responsabilidad social de la formación universitaria.
No será posible realizar esta tarea sin el empeño y la complicidad de todos los actores, y sin pasión por el saber y por las personas.Como podéis ver, muchos de ellos los firmarían muchos responsables de universidades no religiosas. Y es que una de las conclusiones claras para mí de estas jornadas es que en una universidad de jesuitas hay que hacer más que en otras, no menos.
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