Y, relacionado con mi entrada anterior, este artículo de José Adolfo de Azcárraga sobre el nuevo Estatuto de Personal Docente e Investigador. Si es cierto todo lo que dice, comparto su crítica. Ahora bien, con una matización: tan malo como que no cuente la investigación es que cuente demasiado, la universidad pública tiene también muchos profesores que no hacen ni puñetero caso a sus alumnos por culpa de sus papers a publicar. Ahí, afortunadamente, en universidades como la nuestra seguiremos teniendo ventaja (si no lo estropeamos), al podernos permitir promocionar a nuestros profesores no sólo basándonos en la investigación, ni sólo en la docencia, sino en mantener un equilibrio razonable, y además en el que lo que mande sea la calidad de ambas, y no su volumen.
En todo caso creo que la solución para la pública no es un estatuto mejor o peor, o contar más o menos con la investigación: la única solución es darle autonomía y responsabilidad sobre sus cuentas, incluyendo aquí a los alumnos, para que realmente tenga incentivos a hacer docencia e investigación de calidad; y por supuesto, subir las tasas, para poder contratar a los mejores y que además no se subvencione a los mantas (aquí es aplicable esa entrada que colgué hace un rato).
NOTA: Y después de escribir la entrada, veo esta de Jesús Fernández-Villaverde justo sobre el mismo asunto (centrándose en este caso en la elección de rectores, de nuevo, otro asunto en el que Comillas tiene ventaja...)
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