Esto de compensar las emisiones generadas al volar lleva ya bastantes años por ahí. De hecho, creo que hay gente como Charlie Kolstad que siempre que tiene que dar una ponencia, pide no sólo que le paguen el billete de avión, sino también los offsets correspondientes.
Bueno, pues ahora el tema vuelve a salir porque hay empresas que se dedicaban a ello y que ahora ya no lo van a hacer más. Dos razones principales: la baja credibilidad de los offsets, y que la gente redime su culpa y vuela más que antes, cuando lo que tienen que hacer es volar menos. La primera razón es muy sólida, y de hecho ya he blogueado unas cuantas veces sobre ella.
Pero la segunda es más bien paradójica. Supongamos que los offsets están bien calculados, certificados, etc., y realmente compensan las emisiones generadas al volar. Entonces, ¿qué problema hay, desde el punto de vista de las emisiones, por volar más?¿Por qué necesitamos que la gente además cambie su comportamiento? Porque aquí no estamos hablando de efecto rebote: los offsets cuestan dinero, ello hace que volar sea más caro, y que por tanto se lo piense más antes de hacerlo. Nunca volarán más que antes, si el precio es mayor (otra cosa es que antes volaran menos pensando que su impacto ambiental era muy grande, y ahora, al ver lo barato que es comprar los offsets, lo hagan más).
Esta es una cuestión recurrente en toda la discusión medioambiental, y también sobre la que ya he escrito: el papel de los precios, si es ético pagar por contaminar, etc. Y creo que además la cosa se complica porque se mezclan varias ideas, y como siempre, la sostenibilidad de por medio. Dice una de las expertas consultadas:
“Buying offsets won’t solve the problem because flying around the way we do is simply unsustainable,” said Ms. Kollmuss, who has researched airline offsets.
Lo que hay que preguntarse es por qué es insostenible: ¿es por el CO2? Entonces, si compensamos las emisiones, no debería haber problema. Si es por otras cosas, como por ejemplo el consumo de combustible fósil entonces es otra cuestión (que también se podría arreglar poniendo un precio adecuado al combustible).
Al final, creo que todo el problema se resume en: ¿refleja de verdad el coste del offset el impacto de las emisiones? Si es que sí, entonces no deberíamos preocuparnos. Y si el coste del offset es barato, eso quiere decir que volar no es tan malo, que habrá otras cosas que tenemos que dejar de hacer antes (otras más caras en cuanto a su reducción o compensación de emisiones). Pero claro, si el coste del offset (o el coste de combustible) no refleja su verdadero coste social, entonces estamos hablando de otra cosa, y debemos preguntarnos a qué se debe esto, y si es imposible reflejar su coste real, entonces tendremos que plantearnos otro tipo de regulación no sólo basada en precios.
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