jueves, 15 de diciembre de 2022

Good to go, de David Metz

 Una estupenda lectura para todos aquellos preocupados por la descarbonización del transporte. David Metz repasa la evidencia y los mitos alrededor del transporte, y pone toda su experiencia y sabiduría en las propuestas. Que pasan, fundamentalmente, por reducir la demanda de movilidad (fundamentalmente con buen urbanismo).

Porque como analista sensato que es, David no cree que la electrificación sea la solución a todos los problemas. Tampoco cree que vaya a ser la ciudad de los quince minutos (que considera imposible de lograr). A este respecto, recuerda un dicho: todos vivimos en dos ciudades de quince minutos, en la que tenemos nuestra casa y en la que tenemos nuestro trabajo; y lo complicado es juntarlas. 

También nos recuerda varias cuestiones difíciles de discutir:

- que el tiempo de desplazamiento diario se mantiene estable desde hace mucho tiempo: cuando creamos un sistema más eficiente, nos vamos más lejos...

- igual que cuando construimos una nueva infraestructura la congestionamos inmediatamente. La congestión tiene un equilibrio al que volvemos inevitablemente, da igual si añadimos o quitamos capacidad. La única solución es usar cargos por congestión, con sus problemas consiguientes de aceptabilidad. Eso, o limitar el aparcamiento (o aumentar mucho su coste).

- invertir en trenes sí permite reducir congestión. El problema es que los costes de capital son difícilmente recuperables con las tarifas.

- los coches, al circular a mayor velocidad (que una bici, por ejemplo) nos dan acceso a muchas más opciones. Esta es la principal razón de su popularidad.

- el coche eléctrico reduce emisiones, pero ningún otro problema; el coche autónomo parece difícil de conseguir con un nivel de seguridad suficiente, a un coste asumible; ni esto, ni la digitalización, cambiará la velocidad de transporte, y por lo tanto sólo mejorará la calidad (quizá marginalmente la integración de transportes públicos pueda aumentar su cuota).

- las bicis no sacan a la gente de sus coches, sino del transporte público.

En fin, una dosis de realismo muy bienvenida a este debate a veces un tanto idealizado.

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