Los campus consiguen crear una atmósfera de inmersión en la idea de universidad que me parece imposible replicar en un entorno más urbano como el que tenemos en Alberto Aguilera, por ejemplo. En Oxford (o en cualquier otro campus universitario similar) los estudiantes y los profesores están permanentemente en contacto, porque son la gran mayoría en su entorno. Están rodeados de edificios, rincones y nombres que les recuerdan las oportunidades que están a su disposición para saber más, para conocer mejor cómo funciona el mundo, y para cambiarlo. Hay salas para estudiar, jardines para pasear y pensar, lugares comunes donde hablar e intercambiar ideas, parques para hacer deporte. La mayoría de los estudiantes incluso duermen en las residencias universitarias del mismo campus. Y sus amigos son sus compañeros de clase. De esta forma, su experiencia de universidad es continua, 24h al día, e intensa. El ambiente es, como decía antes, de inmersión en la universidad y en el conocimiento. Algunas universidades como Oxford (o Yale) incluso replican con su arquitectura la idea de lo sagrado, de lo elevado, de las iglesias góticas.
Y para esto no hace falta que el campus esté “en el campo”. Oxford (o MIT, por ejemplo) está en una ciudad, en la que también hay servicios que facilitan la vida, o, en el caso de Oxford, muchos pubs (y museos, y bibliotecas) que la alegran.
En cambio, en Comillas o muchas otras universidades españolas, la idea de campus no existe realmente. Incluso cuando hay lo que en España llamamos campus, los estudiantes no duermen allí, ni los profesores viven cerca. No hay lugares comunes para interactuar, ni hay servicios (comerciales, de ocio, etc) para que valga la pena quedarse en el campus más tiempo. El resultado: usamos la universidad como un lugar de paso. Vamos, damos o recibimos nuestras clases, y nos volvemos a nuestras casas, o al bar donde hemos quedado con los amigos. No desarrollamos la misma experiencia de pertenencia y de identificación con la universidad que en otros países, y menos aún la de inmersión en el conocimiento. Seguro que alguna excepción honrosa hay (quizá las ciudades más universitarias, como Salamanca o Santiago, por ejemplo), pero no demasiadas.
A lo mejor alguna ventaja tiene la integración en una zona comercial, o el vivir de paso la universidad: mayor contacto con la empresa o la realidad social (en contraposición a la famosa "torre de marfil"). Puede ser. Pero no la veo imprescindible. Respecto a lo del contacto con la empresa, un contraejemplo: Stanford, la meca de la transferencia tecnológica, tiene un campus que ni siquiera es urbano. Y en cuanto a la realidad social, la respuesta que me viene la inspira Ellacuría: si queremos cambiar la sociedad desde la universidad, lo primero es tener una buena universidad
A Christian university must take into account the gospel preference for the poor. This does not mean that only the poor will study at the university; it does not mean that the university should abdicate its mission of academic excellence–excellence which is needed in order to solve complex social issues of our time. What it does mean is that the universitv should be present intellectually where it is needed: to provide science for those without science; to provide skills for those without skills; to be a voice for those without voices; to give intellectual support for those who do not possess the academic qualifications to make their rights legitimate.
1 comentario:
Me manda un lector este comentario:
Acabo de leer tu post sobre el campus, y me ha recordado lo que sentí en
mi experiencia en l'École Centrale de Paris. Por un lado, la experiencia
fue muy buena. La residencia albergaba casi 1000 alumnos de los 1200
alumnos que tenía en total la Uni (cifras que recuerdo, pueden ser
diferentes). Es decir, la immensa mayoría de los alumnos vivían allí. Es
verdad que el fin de semana, todos los parisinos volvían a casa (y era
la gran mayoría), con lo cual se quedaba desierta la residencia. Dentro
del campus había lo básico para que un alumno no tuviese la necesidad de
salir: cafetería/"restaurante", pequeño super y un montón de
actividades. Todo gestionado por alumnos (incluso la residencia estaba
en parte gestionada por alumnos, Internet estaba íntegramente gestionado
por alumnos-> lo que hacía que se aprendiera mucho de como funciona si
hacías parte de la asociación que se ocupaba de eso). Pero lo importante
eran las actividades. Había clubs de todo. Con lo cual la gente se
quedaba en el campus para hacer sus hobbies igualmente.
Sin embargo, creo que el tenerlo en el centro de una ciudad está bien.
Allí estábamos a 40min de París, lo que significaba que estaba cerca,
pero no lo suficiente como para irte a dar una vuelta allí.
Ahora, Centrale se está uniendo con Supelec y están creando un nuevo
campus para las dos universidades juntas, que está todavía más lejos de
Paris. No tengo ni idea de como se va a hacer, la implicación de los
alumnos en las tareas de la residencia, ...
También he estado en Cambridge (de visita, no de estudios) y estoy de
acuerdo que une lo bueno de las dos propuestas. Cerca del mundo
no-universitario, pero a la vez tienes una experiencia mucho más intensa
con todo lo académico por cercanía.
Resumen: me ha gustado tu post y quería comentarte mi experiencia.
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