Me señala Antonio Sáenz de Miera esta columna de su buen amigo Paco Laporta sobre la ANECA y su ausencia de utilidad. Creo que todos, o muchos, compartimos con él algunas de sus preocupaciones: la elevada burocracia del organismo, su falta de coherencia (un buen ejemplo es su distinto criterio, expresado en cuestión de meses, a la hora de convalidar trabajos fin de grado realizados en el extranjero), el poco sentido de que sea un órgano político...Pero no me atrevo, la verdad, a decir si la ANECA es inútil o no. Sería más inútil en un país en que la universidad fuera autónoma y también responsable de sus cuentas: en ese caso, sería el prestigio de la institución aval suficiente para sus programas de estudio o calidad de sus profesores.
Sin embargo, eso no quiere decir que no haya incluso en estos países una entidad acreditadora, tanto de la calidad profesional de los estudios (como ABET para ingeniería) como de la calidad educativa de los centros. Por ejemplo, Harvard pasa como cualquier otro una acreditación de NEASC, necesaria entre otras cosas para obtener fondos federales. Sí, el alcance no es el mismo de la ANECA, y la gestión es privada, pero la filosofía es similar. Y es que la acreditación, como en cualquier otro negocio, no está reñida con la libertad, sino que sirve para dar información a los consumidores. Por tanto, creo que es falso el argumento de ANECA vs. libertad universitaria.
Otra cuestión es el caso español. En un sistema como el nuestro con universidades soportadas con fondos públicos, en muchos casos con una gobernanza más que deficiente, sin rendición de cuentas ni responsabilidad, ¿de verdad que nos atrevemos a dejarlas sin fiscalizar, por ese falso conflicto entre libertad universitaria y acreditación? Yo, sinceramente, no lo haría. Por eso yo diría que ANECA sí, pero bien gestionada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario