martes, 7 de enero de 2014

ILUC, el cuento de nunca acabar

No sé si recordaréis que hace ya año y medio, en el Foro BP de 2012 (no hagáis caso al título , está mal) analizábamos la situación de los biocarburantes en Europa, y una de las cuestiones más peliagudas reflejadas en las conclusiones era el ILUC, Indirect Land Use Change.

El asunto es que, a primera vista, los biocombustibles tienen un impacto adicional al que supone su uso directo: cuando se cultivan biocombustibles, esto puede ser que se haga en tierras anteriormente de bosque, y al cortar el bosque para cultivar, se emite (o se deja de capturar) CO2. Lo mismo pasa con los alimentos: si cultivamos biocombustibles en tierras en las que previamente se cultivaba alimento, habrá menos oferta de estos, y por tanto subirá su precio. Este último aspecto de hecho generó mucho ruido hace unos años.

Pero lo que pasa es que las cosas no siempre son como parecen a primera vista, como ya decíamos en nuestras conclusiones. Para empezar, hay muchas interacciones que hacen el problema particularmente complicado. Una que parece especialmente importante es la del ozono: más biocombustibles supone menos ozono, que a su vez resulta en más productividad de las cosechas, y por tanto menos necesidades de tierra para ellas. Esto requiere modelos sofisticados que sean capaces de estimarlo.
Otro factor interesante es a qué están sustituyendo los biocombustibles: si sustituyen a otras cosechas, entonces el efecto neto es de absorción de CO2. Si se cultivan en tierras deforestadas, depende de cómo se compense la emisión inicial de CO2 asociada a la deforestación. Por tanto, el ILUC dependerá de muchos factores: la capacidad de intensificar las cosechas, los incentivos a la deforestación (o a evitarla), y los efectos climáticos y ambientales en la productividad de las cosechas y la biomasa.

Pero, para mí, el verdadero problema es que, incluso aunque fuéramos capaces de estimar bien el ILUC de los biocombustibles, no tengo claro que sirva para nada. Por ejemplo, en deforestación hay muchos factores involucrados, de los que los biocombustibles son sólo uno. Podemos evitar que se cultiven biocombustibles en tierras deforestadas, pero lo más probable es que se siga deforestando para cultivar otras cosas. Si lo que se quiere de verdad es evitar la deforestación, lo que hay que hacer es poner políticas integrales para ello (un ejemplo es el REDD+).

Y por otra parte, esto del ILUC puede tener un cierto uso: servir como elemento diferenciador de la calidad de los distintos biocombustibles, aunque sea como aproximación.

Como se ve, una cuestión nada sencilla. Quizá esta sea la razón por la que los ministros de la UE siguen sin ponerse de acuerdo.

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