Una reseña que se me había quedado traspapelada, con los líos tras las vacaciones de Semana Santa:
Buen libro para entender dónde estaba la ciencia de la consciencia en 2012, aunque seguramente hubiera sido más útil leer su libro de 2019 para estar más al día...En todo caso, una lectura amena, trufada de reflexiones más personales de Koch. Eso sí, hay partes mejores y otras peores.
Las mejores
p27-39. Aquí define las bases para el resto, a partir de la idea de qualia. Muy informativo y bastante sólido en mi opinión.
Los capítulos 8 y 9 son los centrales para entender lo que piensa Koch de la consciencia, aunque no estoy necesariamente de acuerdo con él. En ellos presenta la teoría de la información integrada como base para entender la consciencia. En principio, la teoría tiene sentido: la consciencia sería eso que va más allá del automatismo, el elemento sinérgico o integrado, el "connecting the dots". Aunque esto, por otro lado, podría también perfectamente definirse como inteligencia...Así que su presentación me abre la duda de si estamos hablando de inteligencia o de consciencia. Si consciencia es la experiencia, el sentirse vivo, entonces, aunque efectivamente esto es algo distinto del automatismo inconsciente, ya no sería necesariamente la capacidad de integrar información, sería otra cosa.
Tampoco termina de convencerme su salto del reduccionismo al romanticismo. Yo no creo, como dice Koch, que el materialismo sea una explicación pobre, todo lo contrario, me parece enormemente rico en toda su profundidad y complejidad, sin necesitar más elucubraciones. No hace falta dualismo para explicar la consciencia, porque incluso estando de acuerdo con que la integración de la información es lo que aporta la consciencia (o la inteligencia) eso tiene que seguir teniendo una base material, la experiencia no puede ser distinta del portador material. Al contrario que él, sí parece razonable pensar que la consciencia (o la inteligencia) sea una propiedad emergente de los sistemas neuronales, asociada a su complejidad.
p161. I wake up each morning to find myself in a world full of mystery and beauty. And I am profoundly thankful for the wonder of it all.
Here I am, a highly organized pattern of mass and energy, one of seven billion, insignificant in any objective accounting of the world. And in a short while I will cease to exist. What am I to the universe? Practically nothing. Yet the certainty of my death makes my life more significant. My joy in life, in my children, my love of dogs, running and climbing, books and music, the cobalt blue sky, are meaningful because I will come to an end. And that is as it should be. I do not know what will come afterward, if there is an afterward in the usual sense of the world, but whatever there is, I know in my bones that everything is for the best.
Las peores
p82-87. Toda la parte del inconsciente es bastante mala, la verdad, incluso aunque los principios básicos que formula tengan mucho sentido. Lleno de referencias a experimentos que ya se han demostrado más que cuestionables, como lo del priming.
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