Ayer estuve hablando con una estudiante de doctorado africana, que está trabajando sobre cómo diseñar los sistemas eléctricos africanos para integrar mejor las renovables. Y me hizo una pregunta que me pareció excelente: que qué creía yo que estaba dirigiendo el movimiento actual de reforma del mercado eléctrico en Europa. Porque en los 90, las reformas del mercado venían impulsadas por la necesidad de lograr financiación privada, y también por la ganancia de eficiencia que un mercado podría tener frente a los sistemas regulados anteriores. ¿Y ahora?
Me parece una pregunta excelente porque creo que revela las miserias de este proceso actual que, realmente, no pretende corregir los problemas detectados en los mercados actuales: la falta de mercados de largo plazo, el riesgo de canibalización de las renovables (y por tanto menor inversión), la necesidad de disponer de mecanismos que remuneren adecuadamente el almacenamiento...Como contaba el otro día en el EESC, hay tres cosas que necesitamos del mercado: inversiones eficientes en descarbonización (renovables, pero también almacenamiento y respaldo), precios estables y asequibles, y una escala europea.
Desgraciadamente, en lugar de eso, parece que no es esto lo que queremos, sino que un estado miembro quiere soluciones para su nuclear, otro quiere controlar los potenciales windfall profits y que el gobierno decida cuánta renovable se instala, otro busca asegurar la presencia de sus centrales de carbón para protegerles frente a la falta de gas ruso, otro busca el precio más competitivo posible sin preocuparse de dónde se genera...Es decir, cada estado busca lo suyo, sin preocuparse por los que deberían ser los objetivos fundamentales de una reforma robusta del mercado. Así no es de extrañar que, si hay acuerdo, se parezca poco a la reforma que necesitamos, y más a un monstruito que luego a ver cómo matamos sin que haya ningún Hércules a mano...
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