lunes, 26 de febrero de 2024

La verdadera independencia investigadora

En otras ocasiones he hablado de la (necesaria) independencia de los investigadores (aquí, aquí, aquí o aquí). Pero hoy, después de escuchar estos días esta estupenda serie sobre Richard Feynman (los que no hayáis leído aún los libros sobre su vida, hacedlo, por favor), y en la que se recuerda esta cita suya:

the number one rule is that you must not fool yourself, and you are the easiest person to fool

me ha vuelto a la cabeza esto que ya comenté aquí, y es que a veces lo más difícil es ser independiente de nuestros propios prejuicios y agendas. La verdadera independencia y libertad de pensamiento implica cuestionar las propias creencias, la propia ideología. La duda permanente de Descartes, o, en otra versión, la libertad de S. Ignacio frente a los afectos desordenados, junto con el valor de defender resultados que van en contra de lo que creemos, asumíamos previamente, o creemos deseable.

Esto es algo relativamente habitual en investigación aplicada (o en la transición energética): a veces se retuercen los datos o los resultados para que coincidan con nuestros juicios previos, o sólo se publica lo que respalda nuestra agenda. Creo que tenemos que hacer mucho más caso a Feynman y otros, y preguntarnos si nos atrevemos a investigar, defender y publicar resultados que no están alineados con lo que defendemos o creemos, pero que se acercan más a la verdad. Y, sinceramente, aquí el problema no está en quién financia, sino en nosotros mismos.

 

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