jueves, 1 de noviembre de 2018

Políticas climáticas: ¿hay que empezar la casa por el tejado?

Me manda Xavier este enlace, en el que los autores resumen un paper reciente algo contraintuitivo en principio, que defiende que en el establecimiento de políticas climáticas, a lo mejor tiene sentido comenzar con las opciones más caras. Como la cosa puede sonar un poco rara, vamos a tratar de explicarlo un poco, y ver si realmente tienen razón los autores.

El resumen, muy sucinto, es el siguiente:
  • Los modelos tradicionales generalmente recomiendan implantar primero las medidas de mitigación más baratas, porque eso es lo racional económicamente;
  • Pero esto no necesariamente se cumple cuando tenemos en cuenta los efectos del aprendizaje tecnológico (el learning-by-doing);
  • Y, en el caso que presentan los autores, tampoco se cumple cuando una medida aparentemente más cara supone un cambio importante en la dotación de capital de la economía, que requiere un cierto tiempo para ser implantada.
Para probar esto construyen un modelo de inversión en mitigación que tiene en cuenta que las reducciones de emisiones que se logran con los cambios tecnológicos son duraderas; que hay costes de ajuste de la economía al transformarse (incluyendo mayores costes de oportunidad de los recursos al volverse más escasos durante la transición); y que los potenciales de mitigación en cada sector se van agotando.

Con ello, sus resultados muestran que el precio del CO2 va aumentando, pero que la inversión en mitigación no: más bien, sigue una curva en U invertida. Y que, además, los costes marginales de reducción pueden ser superiores al precio del CO2. Todo esto parece razonable. Por ejemplo, el hecho de que los costes de reducción sean distintos al precio del CO2 se deben a que en el primer término incluyen inversiones y sus efectos acumulados, mientras que en el segundo no. El efecto dinámico de las reducciones en cada sector, que es algo que no necesariamente se tiene en cuenta en otros modelos (como el DICE de Nordhaus), es muy importante, por supuesto. El que la senda de inversión óptima tenga forma de campana tiene sentido: cuando se agota el potencial de reducción no tiene más sentido invertir, y los costes de ajuste hacen que no tenga sentido concentrar toda la inversión al final. También tiene sentido el que haya que invertir más, y antes, en los sectores con mayor potencial de reducción, aunque sean más caros, porque la rentabilidad de las inversiones es mucho mayor.

La clave es que, bajo su supuesto de que al final hay que descarbonizar completamente, lo importante es diseñar la senda óptima. Y en esa senda óptima los dos factores que la dirigen son el potencial de reducción, y la disponibilidad de recursos (los costes de ajuste de la economía). Igualmente clave es distinguir entre inversión y reducción de emisiones. Lo que los autores defienden es que puede ser necesario invertir mucho, aun con precios bajos del CO2 (pero con altos costes de mitigación), y con bajas reducciones de emisiones al principio.

Lo que resulta más complicado de entender o contraintuitivo es lo de que, a veces, interese anteponer medidas más caras a otras. Por ejemplo, los autores defienden que deberíamos actuar primero sobre el sector industrial, agrícola, o de transporte, que son más caros, que sobre los edificios. Es cierto que, si cuesta más reducir en algún sector, y al final hay que descarbonizar completamente, la inversión necesaria puede tener que comenzarse antes que en otros sectores (más baratos, o más fáciles de descarbonizar). En este sentido, el valor de la inversión en mitigación es mayor cuanto más difícil sea descarbonizar. Y por tanto, si adelantamos las inversiones de forma que el capital “limpio” ofrezca beneficios más tiempo, mejor. Eso sí, cuidado, porque, como decía antes, las inversiones no suponen reducción de emisiones: las reducciones de emisiones llegan después de la inversión (de hecho es ese retraso el que justifica comenzar antes la inversión).

En todo caso, creo que, aunque el marco general es correcto, hay que tener cuidado con algunas conclusiones. Por ejemplo, en la entrada (que me parece más atrevida que el artículo) se menciona que puede ser interesante invertir ya en vehículos eléctricos. Y yo dudo de que ese sea el caso, incluso dentro de su modelo. Porque la razón para esto sería que la inversión en VEs sería duradera y aportaría beneficios durante mucho tiempo. Pero un VE dura relativamente poco, cambiar totalmente el parque de vehículos es cuestión de 10-12 años si se quiere (o incluso menos en algunos países). Por tanto, no aplicaría el argumento de que la inversión estaría dando beneficios mucho tiempo (como sí pasa en el caso de los edificios, o de los nuevos diseños urbanos, o el transporte público). Además, hay un elemento que no introducen en su modelo, y que es importante: la posible mejora tecnológica exógena (no learning-by-doing) que puede hacer que valga la pena esperar para que esas inversiones de capital que hay que hacer sean menores, y que por tanto, ahorren costes.

Pero creo que su conclusión principal es válida: para las actuaciones que impliquen inversiones duraderas, y con efectos persistentes sobre la reducción de emisiones, el precio del CO2 no es necesariamente la referencia óptima, hay que tener en cuenta también el valor que aporta la inversión en mitigación. También aclaran que, en un mercado perfecto, y con un precio del CO2 creíble, aportaría la señal suficiente para que la inversión fuera socialmente óptima. Pero si la política de reducción es otra (como por ejemplo incentivar inversiones), entonces hay que tener en cuenta sus resultados.

2 comentarios:

Fernando Leanme dijo...

Un tema que nunca se habla es que descarbonizar 100% se basa en ciertas teorias sobre el comportamiento futuro del ciclo del carbon, que no han sido probadas (ni tan siquiera han sido documentadas en el detalle necesario para juzgarlas). Este tema se enlaza con la tasa de emisiones, que en el caso del RCP8.5 preparado por Nordhaus utilizando DICE son exageradas (Fernando dixit).

Como ustedes saben, aproximadamente 50% de las emisiones son secuestradas y no aumentan la concentración de CO2. Digamos que el pico futuro de emisiones de CO2 es X, si la eficiencia de procesos para secuestrar CO2 no disminuye, entonces la capacidad del sumidero de carbón es X/2. Resulta ser que X/2 es función de la concentración de CO2 en la atmósfera, el pH de las capas superiores del oceano, la temperatura, la precipitación, y otros factores. Y no sabemos muy bien ni que es X/2 ni los otros factores.

Pero seamos optimistas por un momento. Digamos que es posible reducir las emisiones a 0,4X, y que el sumidero de carbón continua secuestrando a 0,5X, entonces habrá un deficit en la atmosfera de 0.1X y la concentración de CO2 disminuiría (este ejemplo es burdo porque si la concentracion de CO2 disminuye entonces el sumidero también disminuye su tasa, pero no tenemos buena idea de cuanto lo hace).

Como pueden ver, es posible retar las conclusiones ortodoxas que llevan a proponer "soluciones" que no tienen sentido (lo cual explica por qué Alemania aumenta sus emisiones a pesar de querer ser tan verde). Yo me dedico a hurgar debilidades en estos modelos, y francamente no veo mucha utilidad hacer un edificio de 30 pisos sobre una base de madera. Es necesario indagar y revisar cuidadosamente estas bases (incluyendo precios futuros de combustibles fosiles que se están agotando) para tener mejor idea sobre que se puede hacer. Francamente, si no se acelera el desarrollo de energia nuclear estamos en un lio monumental.

Carlos dijo...

Pedro: Muy interesante tu artículo, que está haciendo que se nos activen algunas de las (pocas) neuronas que aún nos quedan.

Un solo comentario sobre la duda que te planteas cuando dices: "Por ejemplo, en la entrada (que me parece más atrevida que el artículo) se menciona que puede ser interesante invertir ya en vehículos eléctricos. Y yo dudo de que ese sea el caso, incluso dentro de su modelo. Porque la razón para esto sería que la inversión en VEs sería duradera y aportaría beneficios durante mucho tiempo. Pero un VE dura relativamente poco, cambiar totalmente el parque de vehículos es cuestión de 10-12 años si se quiere (o incluso menos en algunos países). Por tanto, no aplicaría el argumento de que la inversión estaría dando beneficios mucho tiempo (como sí pasa en el caso de los edificios, o de los nuevos diseños urbanos, o el transporte público)".
Yo creo que la inversión relevante en VE a la que habría que referirse no es la de cada uno de los vehículos eléctricos (que también)sino a todo lo concerniente a las modificaciones estructurales que han de hacer los fabricantes de coches (y la industria auxiliar)y las infraestructuras de recarga. Es esa inversión de reconversión la que a largo plazo da lugar a que los VE ayuden a disminuir las emisiones. Y es la que permite adelantar y mantener el proceso de disminución de emisiones. Un abrazo. Carlos