Porque el fondo del libro de Raworth, publicado 18 años después del de Jackson, es básicamente el mismo: el sistema económico actual es un desastre, y hay que arreglarlo. El diagnóstico y las propuestas que hace Raworth son muy parecidas a las de Jackson:
The twenty-first-century task is clear: to create economies that promote human prosperity in a flourishing web of life, so that we can thrive in balance within the Doughnut's safe and just space. it starts with recognising that every economy - local to global - is embedded within society and within the living world. It also means recognising that the household, the commons, the market and the state can all be effective means of provisioning for our many needs and wants, and they tend to work best when they work together. By deepening our understanding of human nature we can create institutions and incentives that reinforce our social reciprocity and other-regarding values, rather than undermine them. Once we accept the economy's inherent complexity, we can shape its ever-evolving dynamics through smart stewardship. That opens up the possibility of turning today's divisive and degenerative economies into ones that are distributive and regenerative by design. And it invites us to become agnostic about growth, creating economies that enable us to thrive, whether or not they are growing.Pero luego el desarrollo del libro sí aporta algo más. Raworth es más optimista, se fija mucho más en las posibles soluciones que en los problemas. De hecho, no menciona alguno de los obstáculos principales según Jackson, el consumismo, hasta el final...lo cual hace preguntarse si muchas de las propuestas no son demasiado idealistas...
Otro valor adicional del libro de Raworth es su uso de imágenes y analogías atractivas. La idea del donut está bastante bien, en mi opinión. Es una buena representación visual de dónde deberíamos situarnos, y su base conceptual es bastante sensata. También es ingeniosa su representación de la economía actual, y de la alternativa que propone, como papeles en una obra de teatro. Por todo ello, el libro se lee bien (aunque reconozco que a veces se pasa de ingeniosa, y eso, a mí, me molesta, igual que su uso excesivo de la anécdota, al que me referiré más adelante).
Eso sí, lo que no creo, al contrario de lo que dice Monbiot, es que este libro sea revolucionario. Como el de Jackson, sigue siendo una colección de algunas ideas sensatas en el fondo, pero con muchos aspectos especulativos, y sobre todo, mucho wishful thinking. Hay mucho en este libro de lo que algunos llaman economía naif, esa que cree que sólo con desear las cosas se cumplen, sin tener en cuenta la realidad del comportamiento humano y de sus relaciones con los demás y con el medio. Y eso es una pena. Porque, estando de acuerdo en que esto hay que arreglarlo, no veo que sus propuestas de solución vayan a ser muy efectivas en la práctica. ¿Cuáles son estas propuestas?
1. Olvidarse del PIB como métrica universal
2. Considerar la economía como algo integrado en el planeta, no aislado
3. Ir más allá del homo economicus
4. Llevar el análisis a los sistemas complejos (no a los modelos simples)
5. Crear una economía más distributiva
6. Alcanzar una economía circular
7. Y ser agnóstico respecto al crecimiento
Como decía, las propuestas son sensatas. De hecho, y al contrario de lo que ella plantea, creo que muchos economistas serios estarían de acuerdo con casi todas. Porque, igual que Jackson, ella parte de la base de que la ciencia económica es un desastre, y que hay que darle un revolcón. Igual que Jackson, creo que está equivocada en esto: sí, la economía neoliberal tiene muchísimos agujeros. Y desgraciadamente hay todavía muchos que la defienden, en parte debido a intereses sesgados. Pero la economía neoliberal no es la ciencia económica en la que trabaja mucha gente seria. De hecho, no hay más que ver los últimos premios Nobel para darse cuenta de que muchas de sus propuestas ya llevan siendo consideradas mucho tiempo.
Por eso, por ejemplo, me parece ridícula su afirmación de que el problema es que enseñamos a los alumnos la economía con libros de texto de los 50, que a su vez están basados en teorías del s. XIX. Eso lo seguirán haciendo algunos malos profesores de economía, con malos textos. Pero no muchos otros. Y además, tampoco veo mal apoyarse en los desarrollos históricos serios, igual que hace cualquier disciplina científica. ¿No es precisamente un elemento fundamental del método científico apoyarse en hombros de gigantes, por supuesto estando abierto a falsar las teorías cuando haga falta?
Pero, sobre todo, lo que menos me gusta es que, aunque el libro está mucho más trabajado que el de Jackson en cuanto a soportes para sus argumentos, muchos de ellos siguen siendo anecdóticos, especulativos, cuando no falsos. Abusa de los estudios de ciencia pop, como los de framing, o como los de comportamiento de agentes en el mercado, que luego no se validan en entornos más amplios y reales. Lo que más me ha tocado las narices quizá es que recupera el cuento de la guardería israelí como ejemplo del conflicto entre motivación intrínseca y extrínseca...y que también recupera las ideas de Gigerenzer, para tratar de convencernos de que es mejor no ser racional, y de que hay que estar orgulloso de utilizar heurísticos (aunque nos engañen, claro), como un triunfo de la evolución.
Sí, por supuesto, sería fantástico si todos tuviéramos la suficiente motivación intrínseca y rectitud moral como para hacer lo correcto, independientemente de las señales económicas. Pero, ¿y si no las tenemos?¿Seguro que un poco de señal económica no ayuda? Para Raworth el dinero y los mercados corrompen todo (como para Sandel), algo que creo que es un error. Sí, el dinero y los mercados tienen muchos problemas, pero si los utilizamos bien aportan mucho. Sobre todo, porque no sabemos cuál es la alternativa. ¿Que el Gobierno nos diga lo que tenemos que hacer? En el fondo, esto es lo que parece plantear por ejemplo cuando dice que los impuestos y los mercados de emisión funcionan mal porque los gobiernos fijan las cuotas o los impuestos demasiado bajas. Eso, desgraciadamente, ya se ha demostrado bastante erróneo...
La otra parte que tampoco me ha gustado es su defensa de que tenemos que enseñar economía como sistemas complejos. Claro, totalmente de acuerdo en que la economía es un sistema complejo, mucho más complejo de hecho que muchos otros. Y eso creo que muchos lo transmitimos en nuestras clases nada más empezar. Pero, ¿seguro que la forma correcta de enseñarlo es lanzar a los estudiantes a esta piscina, en la que es imposible identificar cuáles son las variables fundamentales, o las relaciones entre ellas? ¿Es que la física se comienza a estudiar a partir de la mecánica cuántica? Lo que ya es de chiste es que encima eche la culpa a la evolución de que no seamos buenos analizando a la primera sistemas complejos (porque claro, aquí no valen los heurísticos tan estupendos de antes). También podríamos echarle la culpa a la evolución de no volar, o de no vivir del aire..."si Newton se hubiera interesado por sistemas complejos, la historia de la ciencia hubiera sido otra...". Por favor! Sí, igual que si hubiéramos descubierto la fusión fría en el siglo XV...La semana que viene reseñaré el libro que me estoy leyendo de Dani Rodrik, en el que, para empezar, hay una explicación muy convincente y sensata de por qué esto que plantea ella no tiene mucho sentido.
Luego hay más leyendas urbanas, como lo de que la culpa de la burbuja la tiene el que los bancos sean los que crean dinero, lo de que la curva de Kuznets se utiliza como regla por todos los economistas (y no sólo los neoliberales) para justificar el crecimiento antes que arreglar la desigualdad o el impacto ambiental), lo de que vamos a empoderar a los consumidores con las tecnologías de coste marginal cero, lo de que la solución a la crisis del trabajo es reducir la jornada laboral...
Afortunadamente, y por terminar con una nota más positiva, hay unas cuantas ideas muy válidas. En los temas de las que se supone que sabe más, como de ayuda al desarrollo, sus ideas son muy correctas, creo. También apunta correctamente a la necesidad de redistribuir la riqueza si realmente queremos arreglar la desigualdad, o a los beneficios del Green Quantitative Easing. O que el diseño industrial circular sólo se producirá si las señales económicas son correctas. Incluso para las ideas más locas, Raworth demuestra sentido común en sus propuestas concretas: dice que todo esto hay que adaptarlo a las circunstancias y estudiarlo previamente.
Resumen: libro interesante de leer, que aporta algo más que el de Jackson, pero demasiado "wishful thinking" y "strawman argument" para mi gusto. Me encantaría, la verdad, leer algo con estas ideas de fondo, pero con propuestas realistas y sólidas.
2 comentarios:
Un sistema económico que no valora el crecimiento tampoco valora la innovación, trabajar duro, ahorrar, y afilar la viveza criolla para hacer un negocio que gane buena plata. Y eso lleva al fracaso, porque no te vas a quedar parado sobre el filo de la navaja como un fakir. Si no creces, te encojes.
Gracias por la crítica. Tengo estudios de economía de hace muchos años y empecé muy entusiasta el libro de Raworth, porque me cautivó la imagen de la rosquilla. Sin embargo, pronto me generó recelo el hecho de que se auto proclamara como la nueva economía, cual gobernante populista. Además, no veo nada de malo en que se siga enseñando la curva de oferta y demanda, entre otras cosas. Al igual que usted, rescato el diagrama de la rosquilla, pero creo que regresa a un lugar común del cuál todo mundo habla hoy en día. Hay algo mal en el modelo: no podemos seguir destruyendo nuestro ecosistema y tenemos que hacer algo urgente para resolver la desigualdad.
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