Una entrada un poco crítica, resultado de una frustración creciente, porque en el fondo este tema ya lo comentaba yo en mi tesis doctoral (en el 98!!!!), y también el curso pasado. Ayer asistí a la jornada sobre Transición Energética organizada por Energía y Sociedad, y salí como digo con cierto sentimiento de frustración.
Porque ayer, sentado escuchando las charlas (y luego compartiendo algunas reflexiones con algunos asistentes), me preguntaba (nos preguntábamos): ¿Qué sentido tienen estas jornadas, tan habituales en España (y por supuesto reconozco mi responsabilidad personal también en ello, ni mucho menos es justo concentrar la crítica en la jornada de ayer), en las que sentamos en la misma mesa a defensores de distintas tecnologías de producción de energía, para que cada cual cuente su película, y nos cuente las virtudes de lo que vende? ¿Sirve esto para algo, de verdad, más que para que cada cual se escuche a sí mismo? Más aún si, como ayer, casi todo está centrado en el sector eléctrico, que es sólo uno de los vectores de suministro de energía. Si de verdad queremos avanzar hacia un consenso, ¿no deberíamos dar un paso más, y hablar de fines y no de medios, con espíritu constructivo y de consenso?
Porque hablar de la transición no consiste en elegir entre carbón o nuclear, renovables o gas, sino en discutir cuánto queremos pagar por la energía, cómo de seguro queremos que sea nuestro suministro, y cuáles son los problemas ambientales que queremos solucionar. Y de buscar la combinación de estos fines, de estos objetivos, que mejor nos satisfaga a todos. Las tecnologías son sólo medios para ello.
Por supuesto, los representantes de las tecnologías (y aquí por supuesto incluyo también a las empresas eléctricas o petroleras) deben participar en la discusión, aportando datos, pero es difícil que sean capaces de quitarse el sombrero de los intereses que defienden y tener una visión más de conjunto. Entiéndase bien, no digo que sean malvados, ni mucho menos. Es perfectamente legítimo que defiendan sus intereses. Pero lo que no es necesariamente legítimo es que sean ellos los que dirijan o centralicen la discusión, o que los que organizamos jornadas de discusión conformemos mesas de este tipo.
Mientras lo sigamos haciendo así, difícilmente vamos a poder avanzar. Creo que tenemos que cambiar el chip, y pasar a otro nivel, en el que los consumidores de energía (industriales, domésticos, etc.), los sufridores de sus impactos, y en general la sociedad, sean los que debatan sobre los fines, por supuesto con buena información acerca de los medios.
Y mientras no arreglemos esto, seguiremos haciendo perder el tiempo a todos (y eran muchos) los que asisten a este tipo de eventos y escuchan una y otra vez el mismo discurso de parte.
NOTA: He de decir que me perdí la última parte de la jornada, en la que sí que se habló algo de fines, pero de forma limitada: sólo se habló de competitividad, cuando eso es sólo uno de los objetivos de una política energética.
1 comentario:
Yo he estado en situaciones parecidas, y trate de llevarlos a diseñar los criterios de decisión, el proceso de trabajo y modelos técnicos y económicos que se deberían utilizar. La selección de criterios, creación de ese proceso y modelos puede llevar varios años, pero eventualmente tienes una comunidad a pensar en el todo y no solamente en las partes.
Esto también crea un grupo que puede servir de referencia para juzgar basura como esta:
https://www.theguardian.com/environment/2016/oct/20/europes-offshore-wind-industry-booming-as-costs-fall
Este tipo de literatura de baja calidad con propaganda preparada por negocios y "verdes" con agendas avariciosas o político/religiosas le mete mucha leña al fuego que no ayuda nada a resolver el problema.
Otro punto que quisiera mencionar es que el desarrollo de un sistema de energía nuevo debe considerar seriamente la seguridad. Yo veo mucho énfasis en el CO2 pero desde mi punto de vista el problema de la inestabilidad del Medio Oriente es un problema más inmediato y mucho más serio.
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