Sobre esto de los comunes siempre hay mucha confusión, sobre todo si nos quedamos con los titulares y no vamos al fondo del asunto. Mucha gente conoce, y cita abundantemente, la "Tragedia de los comunes" acuñada por Garrett Hardin: los bienes comunes acaban siendo destruidos por el incentivo personal a explotarlos, sin consideración por el resto de la comunidad. De hecho, esto es un argumento frecuentemente utilizado para privatizarlos, tratando con ello de conseguir una gestión más eficiente o incluso sostenible.
Lo que pasa es que menos gente (al menos hasta que le dieron el Nobel) conoce a Elinor Ostrom, que demostró que en muchas culturas esta tragedia no existe, porque la comunidad se autorregula. La clave, por supuesto, está en la capacidad de la comunidad de imponer las reglas a todos, y en qué medida impide el libre acceso a los recursos, que es lo realmente malo, no la propiedad común en si misma que en el fondo es una propiedad privada. Si funciona bien, la gestión comunitaria puede tener muchas ventajas, incluso mayores que la individual, como nos cuenta Fran Beltrán en este estupendo artículo. Por ejemplo, la propiedad común puede humanizar las relaciones económicas, mejorar la justicia distributiva, y aumentar el capital social.
NOTA: Creo que esta claro, pero por si acaso: Esta propiedad común no supone necesariamente que los bienes sean propiedad del Estado. De hecho, posiblemente en ese caso se perdieran algunas de las ventajas que menciono al final. Lo importante, como ya decía Antonio Sáenz de Miera hace tiempo, es conseguir que asumamos el bien común como algo nuestro, y no de otros.
2 comentarios:
También hay bienes que son semiprivados (o semipúblicos) como los montes en mano común en Galicia y otras regiones, y los ejidos en Extremadura y otras.
(Cambia autoregula* por autorregula, haz el favor.)
Y gracias por el blog.
Muchas gracias por la corrección, hecho. Realmente los montes en mano común serían bienes comunes, pero sin acceso libre, justo el ejemplo de buena regulación que menciona Ostrom. Los de Galicia no los conocía, pero los de Soria son muchas veces citados como ejemplo de buena gestión.
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