No es que este sea un tema nuevo, pero hace poco he encontrado un artículo del año pasado de FiveThirtyEight, y me ha parecido muy bien planteado. Incluye además alguna herramienta interactiva para poder ver lo fácil que es jugar con los p-values.
Relacionado, Gelman reflexiona sobre por qué es la psicología la que más ha sufrido la crisis de replicación (y su argumento no es negativo para la psicología, sino positivo). En otra entrada relacionada, discute la mejor manera de replicar a artículos con problemas.
En todo caso, no hay que confundirse. El que haya gente que consiga colar enormes pufos en buenas revistas no quiere decir que el proceso de revisión por pares sea fácil, como sabemos todos los que pasamos por él y nos recordaba antes del verano Mario en su charla sobre publicaciones científicas. Cada vez más se busca el error que permita rechazar el artículo. Así que no es sorprendente que alguno esté tentado (yo el primero) en responder a los revisores con cartas como esta.
Finalmente, en Nautilus achacan parte de los problemas a la comunicación, dicen que la prensa ha contribuido a simplificar demasiado la ciencia y su interpretación. Estoy de acuerdo en que aquí está parte del problema, en la mercantilización de las investigaciones y el aprovechamiento de la prensa para lograr los fines buscados....sólo que me temo que la solución que proponen de animar al lector a pensar por sí mismo sólo vale para los lectores de Nautilus, pero no para la sociedad en general...
1 comentario:
Yo la he tenido peor durante el proceso de escribir un artículo con mis coautores. Un par de veces tuve ideas bastante originales, pase meses preparando modelos, buscando data para metérselos, mostré los resultados a mis compañeros, y propuse que lo publicáramos. El problema es que a medida que mi borrador se paseaba de mano a mano cada autor incorporaba SUS ideas, algunas de las cuales no tenían mucho que ver con el tema, pero les permitía citar algo escrito por SU jefe. Al final lo que salía no tenía ni el contenido ni la orientación que yo había querido darle.
El caso más malo fue cuando desarrolle una series de ecuaciones que nos permitía simplificar muchísimo un proceso de cálculo de distribución de energía, y mis compañeros no entendían la matemática. Eso me llevó a enviar el trabajo a un investigador que conocía, el cual trabajaba en otra oficina. Y veras, al mismo tiempo me trasladaron a un proyecto en lo que había sido la URSS, y ese trajín me distrajo muchísimo. Aproximadamente dos años después estaba leyendo un journal y me encontré mi trabajo publicado por el mismo señor al que le había enviado mi borrador. Cambió una de las ecuaciones para introducir una transformacion de Laplace que era más elegante que el original, añadió un co-autor chino con un phd en matemática, y lo publicaron sin darme crédito. Así es la vida.
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