miércoles, 17 de noviembre de 2021

Mi visión de la COP26: muchas patadas hacia delante, pero al menos la pelota sigue rodando.

Como otros años, nuestro "corresponsal" habitual en la COP, Miguel Ángel Muñoz, nos ha preparado un excelente resumen. Lo que va a continuación es mi interpretación personal del acuerdo logrado, y de lo que ha sucedido alrededor.

De nuevo, y como ya era previsible, la COP celebrada en Glasgow nos ha mostrado las ventajas y los inconvenientes de este tipo de cumbres:

  • La oportunidad política y mediática para firmar acuerdos parciales y voluntarios, y para dar impulso político/social a este tema;
  • Y la dificultad para pasar de las musas al teatro, consiguiendo conciliar los intereses de todos los países en acciones concretas.

Por lo tanto, pensar que ha sido un fracaso es no gestionar bien las expectativas: no entender hasta dónde pueden llegar las COP y hasta dónde no. En esa línea, decía hace unos días que no convenía tener unas expectativas muy altas acerca de la COP26. Bajo ese punto de vista, creo que la COP ha cumplido razonablemente estas (relativamente bajas) expectativas: ha mantenido la pelota en juego, aunque a costa de algunas patadas hacia delante, y alguna mala decisión que puede volverse contra nosotros en el futuro.

  • Ha mantenido la pelota en juego pidiendo que se revisen los NDCs para el corto plazo, de forma que puedan ser compatibles con el Acuerdo de París (porque los actuales no lo son, y cuidado con el optimismo de la IEA); y cerrando algunos acuerdos parciales (como el del metano, o el de los vehículos de combustión, o el de las inversiones exteriores en carbón) que, si bien no nos llevarán hacia el objetivo por sí mismos (porque faltan muchos países, o porque sólo afectan a algunos nichos), siempre ayudarán.
  • Las patadas hacia delante tienen que ver, por un lado, con las promesas de largo plazo realizadas (2050-2070), que tendrán que traducirse en políticas concretas para ser efectivas; y por otro, con el mensaje tibio acerca del carbón y los subsidios a los fósiles, que seguirán existiendo en tanto los países los necesiten. En ese sentido, el acuerdo simplemente refleja los intereses (variados) de las distintas regiones, y no podíamos esperar otra cosa. A veces algunos se dejan llevar por el buen rollo y pensamiento mágico, y esperan que, simplemente por acudir a la COP, China o Australia se caigan del caballo y renuncien a toda su política energética y climática de largo plazo. Parece un tanto ingenuo esperar esto.
  • La mala decisión, en mi opinión, es el cierre del artículo 6, que no consigue asegurar la integridad climática, es decir, la posibilidad de que las emisiones aumenten con el comercio de emisiones. Habrá que confiar en la sensatez de los países a la hora de comerciar, algo que no necesariamente está asegurado dada la cantidad de incentivos perversos (aunque, por otro lado, a lo mejor eso reduce el incentivo a maquillar las estadísticas...) Europa se ha comprometido a no usar permisos sospechosos, pero seguro que hay otros países con menos escrúpulos.

Más allá de estas tres categorías, quizá la idea más repetida por los comentaristas es la de "botella medio llena o medio vacía". De esta COP hay suficientes buenas noticias, y malas noticias, como para que cada cual nos venda lo que quiera. Aunque creo que el hecho de que el acuerdo empiece por la adaptación ya hace presagiar que no vamos en la buena dirección: nadie nos va a librar de esto.

Respecto a las buenas noticias: Para mí lo más interesante es el cambio de perspectiva, positivo, hacia acuerdos más bilaterales y sectoriales, que permiten avanzar algo más que las NDCs. Por supuesto, cabe preguntarse si hace falta una COP para esto...pero seguramente sí, hace falta el contexto, el entorno, y la presión. Y hace falta seguramente para ir sembrando, como decía Guterres. Bill Gates también cree que todo esto son avances.

Parcialmente en línea con Gates, MIT TR, que tampoco tenía muchas expectativas, propone vías alternativas: innovación y clubes climáticos. Pero eso vale (parcialmente) para los países desarrollados. A esto hay que sumarle la financiación climática, que, aunque ha aumentado, sigue teniendo problemas: nadie sabe bien cómo se usa, y va a hacer falta mucha pasta.

En todo caso, creo que una conclusión clara, ya anticipada, de esta COP es que, al final, la clave estará en las políticas nacionales concretas. Pero claro, esas son las complicadas de implantar, y más aún en un momento como el actual. En este sentido, un buen ejemplo es la propuesta del Gobierno español de comenzar a aplicar un peaje (o pago por uso :)) a las autovías, una buena forma de desincentivar nuestra excesiva movilidad por carretera, y sus correspondientes emisiones. Curiosamente, los más vocales contra la propuesta no son los sospechosos habituales, sino partidos aparentemente ecologistas...

ADD: Como es habitual, los de El Mundo Today tienen también una opinión relevante.

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