Andrew Gelman nos explica por qué cree que no deberíamos usar cartas de recomendación para admitir estudiantes (entre otras cosas, por su incentivo para algunos al acoso sexual). Yo no termino de estar de acuerdo con él. Dice que bastaría con el expediente y las publicaciones. Pero el expediente puede estar igual de inflado que la recomendación. Y las publicaciones, sobre todo cuando estás seleccionando para programas doctorales, es difícil que existan. Así que yo sí creo que hacen falta cartas de recomendación, y yo siempre las pido, para poder tomar una decisión informada. Eso sí:
- Para mí, las cartas valen tanto como el que las firma. Y hay gente de la que te puedes fiar (generalmente, si los conoces) y otra gente de la que no. Para mí, una carta de un desconocido no aporta nada. Y en cambio, un conocido se está jugando su prestigio si recomienda a alguien malo, no creo que le compense mentir o hinchar por mucho que le pueda pedir al estudiante a cambio...Las que yo escribo, por ejemplo, creo que son muy claras acerca de los méritos del estudiante...
- Evidentemente, no creo que se deban tomar sólo en cuenta las cartas. También hay que considerar de dónde vienen los aspirantes, y según eso sus notas, y entrevistarles para tener más información.
Pistas para la próxima oferta de tesis doctoral que saque...
1 comentario:
De acuerdo. También puedo sugerir que en el caso de estudiantes de familias relativamente pobres con notas buenas pero no espectaculares debes indagar las circunstancias de su vida, si tenía que trabajar, quien lo ayudó etc. Eso ayuda a derrotar el sistema tribal donde hay gente que solo recomienda a graduados que son de su tribu, y perpetúa la discriminacion.
Te voy a dar un ejemplo, un muchacho llamado Guillermo que entrevisté hace años. El venía de una familia de media clase baja de Maracaibo. Tenía buenas notas, pasó bien la entrevista, pero en esa ronda teníamos una pugna gigantesca y el puesto se lo di a una joven que era igual de talentosa pero sabía manejar y tenía pasaporte, y el no. Tan simple como eso. Yo pensé que el tenía un potencial enorme, y le dije que debía llamarme una vez al mes para indagar sobre un puesto. El se fue a trabajar en la quincalla de su mamá, y un día estaba vendiendo boletos de lotería cuando dos maleantes entraron, lo robaron y le dieron un tiro en el cuello. Y eso lo sobrevivió milagrosamente.
Después de que se recupero yo fui a ver a mi jefe y le expliqué que teníamos un caso excepcional, y que debíamos inventar un puesto para captarlo, y así se hizo. El todavía tenía un poco de problemas para hablar, y el examen médico decía que la bala le había rozado una arteria, y que podía morir joven. Pero lo empleamos y le dimos un programa de entrenamiento ajustado a su situación.
Hoy día Guillermo reside en Canadá, además de su diploma de ingeniero tiene un MBA, que se sacó a pulso. Está casado con tres hijos, y supongo que pronto llegará a ser gerente de PDVSA en un puesto importante, después de que ocurra el cambio de régimen, que Dios mediante ocurrirá pronto.
Así que los incentivo que busquen con diligencia esos casos de personas que casi casi ganan el puesto pero han teñido tiempos duros, y que se arriesguen con ellos, porque muchas veces resultan ser buenísimos.
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