Los hogares en pobreza energética suelen ser poco eficientes energéticamente. Al ser un problema de renta, también lo sufren en la capacidad de pagar (comprando o alquilando, más frecuentemente lo segundo) viviendas eficientes. Por eso precisamente recomendábamos dirigir con carácter prioritario las ayudas para eficiencia energética a este tipo de hogares, para resolver dos problemas a la vez.
Pero, para que esto funcione, los hogares deben estar dispuestos a adoptar estas medidas para las que se ofrecen las ayudas. Schleich analiza las tasas de adopción de medidas de eficiencia de alto coste (rehabilitación de la vivienda), de medio coste (electrodomésticos eficientes) y de bajo coste (LEDs para iluminación). Y lo hace para distintos países en Europa, lo que le permite evaluar el efecto de otras variables además de la renta, como por ejemplo la edad (ya que la evidencia indica que puede tener un efecto importante en este tipo de inversiones), el coste de la energía, la actitud hacia el medio ambiente, o el tipo de vivienda.
Algunos resultados son los esperables: los hogares con más renta invierten más en rehabilitación (aunque esto varía con los países, en España bastante, en Reino Unido no tanto). Para otras medidas más baratas pasa lo mismo, aunque por ejemplo uno esperaría que para iluminación no hubiera tanta diferencia, la verdad, y termina pasando lo contrario: las diferencias entre grupos de renta son mayores.
Una posible explicación para que haya pocas diferencias entre grupos de renta en el caso de la rehabilitación sería que, en algunos países, hubiera habido diferencias también entre el nivel de apoyo recibido. Así sucede en el Reino Unido o Francia. En cambio, en países como en Italia (o en España en menor medida) las ayudas han sido regresivas: han recibido más los hogares con más renta.
El análisis multivariante (un Probit) confirma alguna de los resultados descriptivos, pero con matices:
- Para rehabilitación hay diferencia entre los hogares más pobres y el resto...pero hay pocas diferencias entre el resto; también hay diferencias por edad, los más mayores invierten más en rehabilitación; los costes energéticos también influyen, igual que la actitud medioambiental, y las características de la vivienda.
- Para electrodomésticos, los hogares más pobres invierten menos, y también los del segundo cuartil de renta; también influyen la edad, el coste de la energía, la actitud, y el tipo de vivienda. Aunque el coste de la energía influye más que para la rehabilitación, y el tipo de vivienda menos.
- Para iluminación: de nuevo, los hogares más pobres invierten menos (y en muchos casos menos porcentualmente que para las anteriores medidas, lo que de nuevo resulta interesante). Pero en este caso la relación con la edad es la contraria: los más jóvenes invierten más. Los costes de la energía influyen, menos que para los electrodomésticos pero más que para la rehabilitación. Y ahora la actitud ambiental y el tipo de vivienda no son importantes en casi ningún sitio.
Por lo tanto, el autor concluye que hace falta desarrollar políticas específicas de apoyo a los hogares vulnerables, que les permitan invertir más en eficiencia: préstamos más accesibles, no recurrir a las desgravaciones fiscales (de las que se benefician más los que más impuestos pagan...), y no sólo hablar de rehabilitación, sino también de otras ayudas a la eficiencia, que pueden ser muy baratas pero muy efectivas.
Cosas que no menciona, pero que me parecen relevantes, también en base a nuestras investigaciones: el efecto alquiler vs propiedad de la vivienda; y si el hecho de que se invierta o no se debe a la falta de acceso a capital (que podría ser relevante para la rehabilitación, pero no para la iluminación), o si es un problema de información, o de falta de conciencia del gasto...
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