miércoles, 25 de octubre de 2017

Más sobre honestidad científica y replicabilidad

En este blog ya me he quejado unas cuantas veces de una cultura que encuentro particularmente tóxica del mundo académico estadounidense, que empuja a la gente a vender su trabajo de formas a veces llamativa, cuando no a tomar atajos cuestionables, con tal de lograr esa plaza soñada en una universidad de prestigio, o de hacer carrera como gurú. Una pena, porque convierte muchas veces a gente generosa y colaboradora en egoístas vendemotos, cuando no los selecciona así directamente. Sin querer ni mucho menos meter en esta categoría a Amy Cuddy, porque no me atrevo a juzgarla sin conocer bien el caso, su historia es muy ilustrativa. El artículo la sitúa en el contexto de la replicabilidad de los estudios de psicología, y creo que presenta además un relato bastante equilibrado y humano, incluyendo también los errores de los que buscan su minuto de gloria destrozando a otros (de nuevo, respondiendo a los incentivos de la cultura tóxica a la que antes me refería), y llegando a las personas que hay detrás de todo este debate. Atención también a los posibles elementos de género que pueden haber participado en este caso. Largo, pero creo que vale la pena.

1 comentario:

Fernando Leanme dijo...

Ese problema es cultural, y se extiende al mundo empresarial, donde vemos individuos "brillar" porque son muy adeptos al PowerPoint y a atribuirse el resultado de la labor de otros. Recuerdo cuando, en los 80, sufrí un plagio de mi trabajo, y también vi a un colega falsificar información, algo que nos costó más de $15 millones de dólares. En esos tiempos me di cuenta de que como supervisor y gerente mi obligación sería cazar ese tipo de persona y enviarla al diablo. Y eso es un trabajo difícil que las empresas no recompensan.