O al menos tal como la conocemos. Eso es lo que dicen en este artículo de Quartz, con el que estoy de acuerdo en algunas cosas. Por ejemplo, la necesaria evolución de las bibliotecas hacia espacios de trabajo y no tanto de consulta de libros (por mucho que me pese a mí, enamorado como soy de las bibliotecas en las que puedes curiosear en las estanterías...), o la evolución de los despachos y aulas. También estoy de acuerdo en que muchos en la universidad todavía no se han enterado, y confían en que no sea más que una moda pasajera. Y, por supuesto, en el potencial que tienen las herramientas online para mejorar y personalizar el proceso de aprendizaje, incluso para amplificar el mensaje de un determinado profesor. En este sentido, no creo que esto signifique que hay que eliminar a los profesores: sólo a los malos. Tampoco hay que eliminar los espacios físicos de encuentro y networking entre los alumnos, todo lo contrario, hay que crear más y mejores (y las aulas no lo son), y permitir que además se mezclen con los profesores e investigadores. Y no creo que esto sea tan caro como un título de Oxford, la verdad.
En todo caso, lo que está claro es que las habilidades del futuro no se enseñan con métodos del pasado.
1 comentario:
Necesitamos pantallas de ordenador de 2 metros de ancho para mostrar resultados y gente educada para saber si esos resultados tienen sentido en la vida real.
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