miércoles, 5 de julio de 2017

El efecto de los códigos de edificación en el consumo energético

Meredith Fowlie hace un buen resumen del estado de la cuestión en California, por supuesto muy extrapolable a cualquier otro sitio. Porque la primera conclusión es que es muy complicado medir el efecto de los códigos de edificación. No sólo cambia la forma de construir, también cambia toda la tecnología de alrededor, y los usos de los ocupantes de las casas. Y por supuesto, ella ni siquiera habla de si los códigos se han implantado bien, sin trampas ni chanchullos...

Por ejemplo: puede ser que la casa sea más eficiente, pero si los aparatos de aire acondicionado son más baratos, es normal que aumente el consumo asociado a ellos, porque antes no se utilizaban tanto. También puede ser que aumente la electrificación, pero no el consumo energético total. Y esto, atención, no es un problema de los códigos, algo que parecía apuntar Levinson (en el paper que cita Meredith), no es que los códigos generen un efecto rebote superior al 100%...Y es que lo de generar un efecto rebote tan grande no tiene demasiado sentido, al menos en términos de precio. De hecho, el efecto rebote que se suele considerar en climatización es más bien de un 10%. Y el impacto en la renta tampoco es tan grande. Son más bien, como digo, elementos exógenos como el tamaño de la vivienda, su equipamiento, o la demanda de confort, los que hacen que pueda aumentar el consumo energético. Y ahí los códigos lo único que hacen es ayudar a que no se dispare este consumo.


1 comentario:

Fernando Leanme dijo...

En EEUU un código californiano no se puede llevar a otros estados por varias razones. Primero porque las condiciones climáticas y del terreno pueden ser diferentes, y segundo porque California tiende a ser muy extremista, y no miden bien las consecuencias de sus acciones. Eso les puede servir porque son bastante ricos, pero gente en otros estados simplemente no aceptará los dictados de California. Menos mal que EEUU es federal, y los estados tienen la discreción de adoptar medidas que les caen mejor.

Y por supuesto, si surge un político como Obama que prefiere gobernar a fuerza de decretos e imponer sus ideas, el sistema lo rechaza, la gente se vuelve loca y eligen a un Trump. Así que los verdes norteamericanos (igual que los trumpistas, los socialistas de Bernie Sanders, o cualquier otro ista que se desvía del centro como se define en EEUU) tendrán que hacer el cálculo de que en EEUU la rueda gira, y cuando ló hace aplasta el que estaba arriba.