Ahora que estamos en pleno desarrollo de la Misión Ciudades, en la que algunas españolas también se han embarcado, no viene mal aprender lo importante que es gestionar bien las expectativas, y no hacer promesas demasiado difíciles de cumplir como le ha pasado a Copenhague.
Porque, sí, las promesas climáticas deben siempre tener algo de aspiracionales y ambiciosas...pero sin pasarse, porque el incumplirlas también genera frustración si no se advierte de que esto es una posibilidad. El conseguir 100 ciudades climáticamente neutras en 2030 es un reto muy complicado. Que por supuesto hay que perseguir, pero desde el realismo, para minimizar las decepciones.
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