Llevo dándole vueltas a esto desde una sesión que organizó el maestro Juan Luis López Cardenete en su evento de IESE, y en la que se habló mucho de la reputación empresarial del sector energético. Luego vino una conversación muy interesante sobre cómo mejorar esa reputación, y otra sobre los fines de una fundación del sector energético.
Y como resultado de todo ello, mi conclusión es que, en estos tiempos en que muchas empresas se replantean su estrategia de responsabilidad social y tratan de mejorar su (mala) reputación... a lo mejor la RSC de una compañía energética no debería ser ni preocuparse por el valor para el accionista (como decía Friedman), ni financiar equipos de fútbol o iluminar monumentos (como hacen muchos ahora), sino preocuparse más por el valor para sus clientes, sobre todo de los más vulnerables (pero vulnerables pueden ser muchos en estos tiempos), ayudándoles a sobrellevar las crisis, compartiendo beneficios (o pérdidas) con ellos. Porque, si no, lo que puede pasar es que en cualquier momento llegue otra empresa más cercana al cliente y les deje sin ventas y sin RSC, como ya se está viendo con comercializadoras pequeñas, pero se verá cada vez más.
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