En estos días en que, como consecuencia del pacto de gobierno propuesto, ha vuelto a salir en la conversación la nacionalización del suministro eléctrico, Borenstein reflexiona sobre las consecuencias de una demanda similar en EEUU (sólo para transporte y distribución, no generación), a partir de los problemas con los incendios en California.
Su conclusión, con la que estoy de acuerdo: la clave es contar con un regulador suficientemente competente, para poder seguir aprovechando las ventajas de innovación y eficiencia del operador privado y a la vez asegurar el beneficio social. Si no nos fiamos del regulador, ¿por qué nos vamos a fiar del operador público?
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