Un debate muy interesante cuando planteamos escenarios futuros para la energía y el clima es el de la dieta alimentaria, de los cultivos que tendremos, y de cómo cultivaremos. En algunos ámbitos se defiende que la única solución es una dieta vegana y orgánica. La parte vegana, por las evidentes reducciones de emisiones de GEI que se lograrían eliminando el consumo de carne, cuya producción es mucho más intensiva en estos gases; la parte orgánica, al evitar emisiones asociadas a la fertilización nitrogenada, muy relevante. Evidentemente, ambas opciones tienen también inconvenientes, bien conocidos. En este artículo analizan el coste en términos de superficie adicional que supone que todo el Reino Unido se pase consumir producto orgánico, y concluyen que, al ser menor la productividad de este tipo de cultivos (un 50% global), las emisiones de CO2 podrían aumentar si las nuevas tierras de cultivo vienen de espacios naturales.
Claro, sería interesante evaluar el impacto de otros supuestos: ¿y si no sólo consumimos orgánico, sino que además pasamos a una dieta más mediterránea, es decir, con mucho menor consumo de carne, y menos calorías?¿Cuál sería el impacto entonces?¿Y si las nuevas tierras de cultivo, en lugar de ser tierras "robadas" al bosque, vienen de tierras abandonadas en Europa? No digo evidentemente que esto sea una solución, ni que tengamos todos que ir a dietas orgánicas, pero creo que ayudaría a situar la discusión en un contexto más razonable.
2 comentarios:
En un mundo vegano ¿que pasa con la agricultura?. ¿No habría una sobreexplotación agricola?. ¿No podría producirse una deforestación?
Bueno, justo la hipótesis vegana (no necesariamente orgánica) es la más favorable de todas: al reducir la carne baja la superficie necesaria, porque es mucho más eficiente consumir directamente el producto vegetal que su transformación en carne. Y por tanto habría menos riesgo de deforestación o sobreexplotación que ahora.
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