Desde que lo leí en Capitalism and Freedom (y seguramente Friedman no fuera el primero en proponerlo), siempre me ha intrigado la idea de los bonos escolares, ahora tan de moda por el nombramiento de una defensora de los mismos como Ministra de Educación de EEUU. Quizá, por supuesto, por ser parte del claustro de una universidad no pública, que por tanto no tiene acceso a las becas implícitas que disfrutan los alumnos de la pública, y que claramente es más eficiente que ellas. Nuestros costes por alumno son mucho más bajos, sin que tengamos menos calidad docente, más bien todo lo contrario, quizá en parte porque no usamos las matrículas para financiar investigación...Y sin embargo, nuestros alumnos tienen que pagar mucho más, y no tenemos tantas becas como para permitir que cualquiera pueda acceder a estudiar con nosotros independientemente de sus circunstancias económicas.
Así que siempre me ha parecido que un sistemas de becas/bonos independiente de la institución sería muy bueno para permitir la eficiencia privada y la iniciativa en este campo, y también para servir de acicate al sistema público. Por supuesto, eso no quiere decir que los bonos no tengan problemas. Independientemente de cómo se diseñen, pueden incentivar la discriminación y la desigualdad. Así que hay que evaluar con cuidado ventajas e inconvenientes. Esto es lo que hace Scott Alexander muy bien.
1 comentario:
Muy de acuerdo con tu comentario. Mis hijos se educaron en una mezcla de escuelas públicas en Texas y escuelas privadas bastante caras, por lo que he visto ambos sistemas funcionan, y es razonable que el estado subsidie un poco la educación privada. Está a su vez tiene que aceptar ser medida por sus resultados, lo cual se hace con exámenes periódicos y también viendo la tasa de graduación y la utilidad de las carreras que estudiaron. Por ejemplo yo no subsidiaría estudios en economía marxista ni un diploma en Astrología y Fenshui.
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