Es interesante observar el debate que surge alrededor de la reforma eléctrica (y que está detrás de la pelea entre Francia y Alemania que ha dilatado el acuerdo): no se trata tanto de dar señales eficientes a la operación y a la inversión, sino de ver cómo trasladamos los menores costes de las renovables (eso sí, olvidándonos del coste del respaldo o de la flexibilidad) a algún segmento de los consumidores.
Por un lado, los que defienden que son los pequeños consumidores los que deben beneficiarse, incluso dejando de pagar por los vertidos renovables (algo que en principio por supuesto tiene sentido, pero que resultará en una menor inversión si hay vertidos, como parece probable), o creando una competencia entre los productores renovables que me recuerda a la de las "renewable obligations" del Reino Unido, que crearon un riesgo tal que hacía muy difícil la inversión...
Y por el otro, los que consideran que debe ser la industria la que se beneficie, incluso con subsidios para mantener las cadenas de valor en el país...
Lo que ninguno de ellos dicen, claro, es que en este caso estamos en un juego de suma (casi) cero: si eximimos a los pequeños consumidores de pagar por los vertidos, por el respaldo, por la flexibilidad...alguien tendrá que hacerlo; y lo mismo si subsidiamos a la industria. Con distintas implicaciones sobre la eficiencia y la equidad si este pago extra viene de los consumidores eléctricos, de los consumidores energéticos, de los presupuestos...
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