Levinson nos dice que los estándares son incluso más regresivos que los impuestos. Por supuesto, esto dependerá de la estructura de gasto de cada país (en España, por ejemplo, el consumo de combustibles para el transporte es bastante progresivo, no como la electricidad...).
Además, hay que tener cuidado con cómo se hace la comparación: él determina el estándar para que la recaudación sea equivalente a la del impuesto, algo que no tiene mucho sentido (porque de hecho lo estándares no generan recaudación). Sería más interesante comparar por la eficacia de reducción de emisiones, en la que de hecho los estándares pueden superar a los impuestos, por la baja elasticidad de la demanda. El caso es que no parece difícil replicar el estudio para España, ¿alguien se anima?
1 comentario:
La respuesta es imponer el impuesto y devolver la plata a tantos dólares por cabeza. Pero si de verdad la intención es reducir el calentamiento global deben imponer el impuesto a las fábricas de cemento, a la carne vacuna y al arroz (las dos ultimas emiten metano).
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