Todo arranca de un libro de Amy Chua, en el que dice básicamente que hay que dar caña a los hijos para que estos alcancen su potencial. A partir de ahí, comentarios a favor y en contra. Ian Ayres lo enlaza con investigaciones que relacionan la perseverancia con el éxito profesional. Antonio Cabrales, desde FEDEA, lo aprovecha para resaltar el valor del esfuerzo para explicar los buenos resultados de los chinos en las pruebas tipo PISA. Estas dos entradas son interesantes, pero creo que no van al centro del asunto: lo que discute Chua es las diferencias entre la cultura occidental y la china respecto a cómo tratan a los hijos. Y en ese sentido, creo que las conclusiones que alcanzan los dos no dependen de si los padres son "chinos" o no (en el sentido educativo). De hecho, hay otras culturas que también alcanzan grandes resultados sin dar tanta caña a los hijos (véase Finlandia en PISA, o los mismos EEUU en temas de perseverancia). Por eso el artículo que más me ha gustado de todos ha sido el de David Brooks, quizá también porque da caña a Chua: sí, esto de las madres tigre estará muy bien para conseguir éxitos académicos en la estructura tradicional, pero no para hacer personas completas, con inquietudes, preocupadas por su mundo, capaces de manejar relaciones humanas...para todo esto hace falta tiempo para experimentar, para relacionarse, para pensar...y eso no lo da el estar haciendo deberes o practicando música 18 horas al día. La cultura del esfuerzo y del trabajo es muy importante, pero bien orientada. En el fondo, es un mensaje similar al que yo creo que necesitan nuestros ingenieros, como ya he dicho otras veces: tenemos que transmitirles más competencias transversales, para que no sea todo empollar y adquirir conocimientos que luego no sepan aplicar.
Dedicado a Tatiana, que sé que le preocupan mucho estas cuestiones.