Ayer se presentó el informe anual de la Cátedra de Estudios sobre el Hidrógeno de Comillas, como siempre súper-interesante. Entre otras cosas, con novedades en su mapa interactivo.
Si no lo veis disponible hoy, estará el lunes :)
Ayer se presentó el informe anual de la Cátedra de Estudios sobre el Hidrógeno de Comillas, como siempre súper-interesante. Entre otras cosas, con novedades en su mapa interactivo.
Si no lo veis disponible hoy, estará el lunes :)
Hannah Ritchie nos recuerda que los supuestos bajo los escenarios del WEO no son siempre particularmente acertados.
Daisy Christodoulou ofrece su opinión, bastante sensata a mi modo de ver.
Relacionado, Cal Newport ve algo de promesa en la IA capaz de gestionar nuestar bandeja de correo.
Garicano et al hacen una propuesta para tratar de rescatar a Europa de su decadencia. Básicamente, focalizar el trabajo de la Comisión Europea en el crecimiento y el mercado único. Martin Wolf apoya esta línea. Es difícil estar en desacuerdo con ellos, y su énfasis en asunción de riesgos, innovación, competencia bajo reglas comunes, - igual que era difícil estar en desacuerdo con los informes Letta o Draghi -. De hecho, leyendo sus propuestas yo pensaba inmediatamente también en cómo extenderlas a un Estado de las Autonomías como el español...
La cuestión es si este adelgazamiento y foco es viable cuando la burocracia y el clientelismo tienen muchos resortes para mantenerse vivos, y hay pocos incentivos para la reforma, y muchos para el populismo de corto plazo, como hemos visto por ejemplo en España en los últimos años.
Recuerdo que en un gráfico que usaba hace ya tiempo, de uno de los informes del IPCC, se mencionaba 2025 como el año en que las emisiones tenían que alcanzar su pico, para luego reducirse significativamente y así poder llegar a los escenarios de 1.5 o 2ºC.
Bueno, pues no parece que vayamos demasiado bien. Como nos cuenta tan bien como siempre Hannah Ritchie, en 2025 las emisiones no bajan, sino que siguen subiendo. Y eso a pesar de que las emisiones asociadas al uso de la tierra (LUCLUF) bajan, algo que este paper de Nature cuestiona.
Y es que, como decía el jueves, sin políticas que reduzcan emisiones de verdad, no vamos a ningún lado. Políticas que incentiven la inversión y el cambio de comportamiento. Michael Barnard propone sus ideas (este hombre ya decía yo el otro día que es demasiado optimista, pero aún así...).
Una definición que a mí me encaja bastante mejor que las tradicionales: más sentido común o flexibilidad ante incertidumbre o la ambigüedad que el puro IQ o la lógica racional. Una conversación muy recomendable para el finde.
Algunas perlas:
The purpose of planning is to develop the planner, not to develop the plan. In other words, it's to make you better able at inventing new courses of action on the fly.
Narrative did not evolve in the human brain for its truth function or its probability function. Narrative evolved in the human brain for its possibility function, for its ability to imagine new things that haven't occurred yet. And so, you're being an effective planner when you're able to imagine all sorts of things that haven't happened to you, or haven't happened to anybody else--increasing the possibility space, flexing your imagination.
La semana pasada se aprobó finalmente la Ley de Movilidad Sostenible. Y, como ya esperábamos, no creo que contribuya demasiado a descarbonizar el transporte, que sigue siendo el primer sector en emisiones en España.
La ley tiene alguna cosa buena, como la
creación del Espacio de Datos Integrado de Movilidad (buena para los
investigadores, y también para los que quieran utilizar el análisis para
hacer mejor política), aunque habrá que ver cómo se materializa. La
obligación de contar con planes de movilidad sostenible para las
municipios de entre 20 y 50k también es un paso positivo. Ahora bien,
justo estos son los que lo tienen más chungo para realmente montar
transporte público, así que habrá que ver qué se plantea en esos
planes...También está bien que se obligue a las empresas a tenerlos
(aunque yo entendía que esto ya existía, ¿no?)
Otra cosa que
también es positiva es la voluntad de descarbonizar aeropuertos y
puertos, aunque realmente esto es el chocolate del loro, lo importante
es si se descarbonizan las aeronaves o buques....Igual que lo de la
obligación de poner recarga eléctrica en las gasolineras, que puede
ayudar, pero que también puede generar costes innecesarios. Sí, ya sé
que esto es como lo del huevo y la gallina...pero lo que dicen los
informes es que el mercado por sí mismo ya está instalando más de las
que necesitamos ahora mismo...
Así que, hasta aquí, no veo nada
que pueda descarbonizar de forma significativa el sector del transporte
en España. El artículo 36 ya empieza a ser más interesante, porque se
propone un reglamento para que las empresas de transporte deban calcular
su huella de carbono, y facilitárselo a los usuarios. La información
siempre es buena, y puede impulsar algunos cambios de comportamiento
(aunque limitados, claro). Veremos, eso sí, en qué resulta este
reglamento, y si no deja demasiados agujeros...
El resto es fundamentalmente buenas intenciones, pero poco más: promoción de la intermodalidad, o nodos logísticos...En transporte público por carretera, nada de nada.Y de la reforma de las etiquetas de tráfico, tampoco nada de nada. La excusa de que no se quiere generar confusión entre los consumidores da un poco de risa, porque lo que genera confusión es seguirle dando la 0 a los PHEVs...
En resumen: que seguiremos sin políticas para bajar de forma efectiva las emisiones del transporte, al menos hasta que no se cambie el impuesto de matriculación o entre en vigor el ETS2 (ese que se ha retrasado por ahora hasta el 2028)...
ADD: Javier Campos también señala otro punto positivo, la obligatoriedad de hacer evaluaciones ex-post.
Este es un paper que me hubiera gustado escribir a mí. En parte, porque muchas de las ideas que aparecen ya estaban en mi tesis doctoral de hace muchos años....aunque evidentemente ni fui capaz de plantear la forma de resolverlo, ni de comunicarlo.
La idea fundamental es que, en presencia de incertidumbre (en general, en presencia de ambigüedad, sea incertidumbre o criterios múltiples) el concepto de óptimo desaparece. Y por tanto, usar soluciones óptimas bajo un escenario para luego evaluarlo frente a incertidumbre no es lo ideal, porque te pierdes muchas soluciones sub-óptimas, pero mucho más robustas.
En este trabajo Lombardi et al nos presentan el estado del arte de MGA, una técnica para identificar este tipo de soluciones subóptimas. El planteamiento es el correcto, aunque también dicen algunas cosas bastante discutibles, como que el análisis multicriterio no es recomendable...sin darse cuenta de que cualquier método de agregación o de búsqueda de soluciones que planteen será multicriterio, pero implícito, y por tanto, ni transparente, ni replicable, ni explicable.
Y, sobre todo, no mencionan que Antonio ya ha desarrollado un algoritmo para incorporar estos criterios de forma explícita, logrando por tanto una aproximación mucho más práctica a este problema...
Pues claro! No debería hacer falta un artículo para demostrarlo...pero es cierto que no viene mal recordarlo, en vista de que muchos hacen escenarios de prospectiva como si las tasas de aprendizaje fueran deterministas...
Relacionada con la entrada sobre economía del comportamiento de la semana pasada, este artículo en el que nos cuentan que la gente está dispuesta a pagar hasta un 70% de prima en términos de coste, a cambio de mayor seguridad energética o energía renovable.
Un par de comentarios:
- Primero (y el más relacionado con lo de behavioral): me gustaría a continuación ver el mismo ejercicio, pero con situaciones reales. Una cosa es decir que estás dispuesto a pagar, y otra rascarte el bolsillo. En todos los ejercicios de valoración hipotética se encuentra una desviación significativa entre estos dos.
- Segundo: en todo caso, esto confirma que la minimización de costes no es necesariamente la mejor forma de evaluar estrategias de transición energética...otra cosa es cómo incorporar estos otros criterios de la forma más rigurosa y transparente posible.
Al Roth presenta estos dos libros como antagónicos, pero la verdad, yo no lo veo tanto, porque es todo cuestión de cómo vemos el vaso :). Thaler siempre ha sido mucho más optimista (y mucho más juguetón y divertido), y Loewenstein más riguroso. Y la historia de behavioral economics siempre ha sido una historia de, por una parte, descubrir anomalías divertidas, que generalmente no se mantienen en todos los casos (como nos ha enseñado John List), y por otra, no ser capaces de arreglarlas, porque no es tan sencillo (para empezar, porque hay muchos más factores asociados), o porque el efecto nunca es grande.
En cualquier caso, ya he puesto los dos libros en mi lista, porque a mí me parecen muy complementarios. Y mientras, podéis ir leyendo este número especial de Environmental and Resource Economics.
ADD: Justo estos días sale esta entrada en Nada es Gratis hablando del mismo tema en términos positivos. Y esta entrevista con Alex Imas.
Me manda esto Luis Rey, de BC3, con quien había hablado de colaborar con OTEA para replicar algunos de los análisis para mí más interesantes que hacíamos en nuestros Observatorios bp de Energía y Sostenibilidad.
Interesantísimo por ejemplo ver la evolución de las emisiones del transporte de pasajeros, y cómo desde 2010 o incluso desde 2018 el factor de emisiones específico ha aumentado (seguramente asociado al mayor peso de los vehículos)
Una idea bastante loca, en mi opinión, pero parece que hay gente dispuesta a poner pasta en ella. ¿Habrán hecho un análisis de ciclo de vida? Porque lo de usar sólo el aluminio no reciclable no parece tampoco un caso de negocio muy seguro...
Politico tiene un buen resumen de lo que ha pasado con el objetivo climático europeo a 2040. En mi opinión, un ejercicio de realismo, que seguramente aún tendrá coletazos. Y en esa misma línea de realismo, un buen análisis también de la famosa carta de Bill Gates. Un par de movimientos que me recuerdan a esta entrada mía de hace tiempo ya, y que tienen también que ver con ese movimiento hacia el sentido común que no viene mal, porque, recordemos, lo importante para luchar contra el cambio climático es encontrar consensos que permitan avanzar, no dar bandazos ni generar rechazos ni falsas expectativas.
Una conversación interesante sobre algo que ya proponíamos nosotros como un elemento fundamental de la reforma de mercado, para poder atraer a la demanda a la contratación a largo plazo: PPAs estandarizados que pueden ser negociados en una plataforma, y que por tanto pueden ser tanto comprados como vendidos (si la empresa ya no los necesita).
ADD: Pablo Pintos me pone al día de la conversación europea: ACER no considera necesario desarrollar estándares, porque dice ya hay suficientes. No tengo criterio para cuestionarlo. Pero realmente nuestro punto era sobre todo lo de la plataforma donde negociarlo (y deshacer posiciones). Y no parece que los estándares actuales permitan esto...
Sara Fernández et al encuentran que la ecoinnovación de producto siempre genera empleo, mientras que la de proceso puede tener resultados positivos o negativos (más negativos en las industrias limpias, curiosamente o no). Eso sí, me queda la duda de cómo han tratado la endogeneidad de la innovación: las empresas más exitosas pueden ser las que más innovaciones introduzcan, con lo que la causalidad puede ir al revés...
El proyecto Roosevelt, lanzado por Ernie Moniz, ha publicado tres nuevos informes: sobre cemento, sobre la red, y sobre los materiales críticos. De mi buzón:
Phase 3 of the project extended this interdisciplinary work through three national case studies: expanding and modernizing the electric grid (the “lead horse” for overall economy decarbonization), advancing decarbonization of the U.S. iron and steel industry (a widely-used carbon-intensive commodity), and securing domestic and allied supplies of critical minerals (a key enabler of multiple clean energy technologies). Together, these studies examine how the United States can meet its climate and industrial goals amid a more uncertain global and domestic political environment. The findings are consolidated in the new synthesis report,
“Even as political winds shift, the need for a fair, secure, and competitive energy transition remains as urgent as ever,” said Ernest J. Moniz, Faculty Director of the Roosevelt Project at MIT. “These findings show that by investing in our workforce, strengthening supply chains, and rebuilding public trust, we can decarbonize key sectors while bolstering the communities and industries that make our economy strong.”
The synthesis report identifies several cross-cutting priorities across all three sectors. It calls for a coherent national strategy to align decarbonization with energy security and industrial competitiveness; reforms to permitting and planning processes to accelerate infrastructure and resource development; and new institutional frameworks—such as an Office of Steel Modernization and strengthened interagency coordination—to ensure sustained, bipartisan implementation.
Equally central to the report is its social dimension. The Roosevelt Project emphasizes that the energy transition must be people-centered, ensuring that workers, communities and tribes—particularly those historically dependent on fossil fuels or heavy industry—share in the benefits of new investment. The studies highlight best practices for community and tribal engagement, workforce retraining and apprenticeships, and Community Benefit Agreements that embed accountability for jobs, health, and environmental outcomes.
At a time of geopolitical tension and shifting federal priorities, the report underscores that the success of the U.S. energy transition will depend as much on institutional design and political will as on technology. Its findings aim to inform policymakers, industry leaders, and community organizations working to build an energy future that is not only low-carbon, but also competitive, equitable, and durable.
Michael Barnard ofrece su crítica a las llamadas al pragmatismo climático de algunos, y ofrece su propio pragmatismo. El problema es que a mí no me parece tan pragmático, porque algunas de las cosas que plantea son muy factibles, sí, pero otras no tanto.
Sí, las renovables son competitivas, el metano es incomprensible que no lo estemos capturando, la electrificación también lo es para algunas aplicaciones (como esta batería térmica)...pero el vehículo eléctrico, fuera de China, sigue sin estar al alcance de todos (no entro en las múltiples razones, que darían para otra entrada); ni hablemos de los camiones eléctricos fuera de aplicaciones por ahora anecdóticas; lo de sustituir acero primario con secundario es termodinámicamente imposible, y la disponibilidad de biometano muy limitada para todos los novios que tiene. El amoníaco renovable es tremendamente caro...y el bombeo hidráulico tiene evidentes limitaciones geográficas. No entro ya en los temas de agricultura, Así que el pragmatismo de Barnard incluye cosas que cuestan bastante dinero. ¿De dónde lo sacamos? ¿Es eso pragmatismo?
Muy importante, por si hay dudas: hay que hacer muchas de estas cosas, aunque cuesten dinero. Pero para eso necesitamos convencer a la sociedad de que hay que sacrificarse. Eso lleva tiempo, mucho del cual hemos perdido con cuentos para niños. Engañarnos con falsos pragmatismos no ayuda, igual que tampoco ayuda dilatar la acción con falsas excusas. Tenemos que seguir avanzando, pero eligiendo las opciones más factibles a la vez que trabajamos en abaratar las que aún no lo son.
Un tema que puede ser relevante, especialmente en algunas regiones. Y es que, aunque en principio los centros de datos se consideran carga firme, parece que sí tienen algo de flexibilidad. Un post-doc que conocí este verano en MIT, Juan Senga, ha publicado ya algún trabajo. En este artículo se recogen otros enlaces que pueden ser de interés.