Michael Barnard ofrece su crítica a las llamadas al pragmatismo climático de algunos, y ofrece su propio pragmatismo. El problema es que a mí no me parece tan pragmático, porque algunas de las cosas que plantea son muy factibles, sí, pero otras no tanto.
Sí, las renovables son competitivas, el metano es incomprensible que no lo estemos capturando, la electrificación también lo es para algunas aplicaciones (como esta batería térmica)...pero el vehículo eléctrico, fuera de China, sigue sin estar al alcance de todos (no entro en las múltiples razones, que darían para otra entrada); ni hablemos de los camiones eléctricos fuera de aplicaciones por ahora anecdóticas; lo de sustituir acero primario con secundario es termodinámicamente imposible, y la disponibilidad de biometano muy limitada para todos los novios que tiene. El amoníaco renovable es tremendamente caro...y el bombeo hidráulico tiene evidentes limitaciones geográficas. No entro ya en los temas de agricultura, Así que el pragmatismo de Barnard incluye cosas que cuestan bastante dinero. ¿De dónde lo sacamos? ¿Es eso pragmatismo?
Muy importante, por si hay dudas: hay que hacer muchas de estas cosas, aunque cuesten dinero. Pero para eso necesitamos convencer a la sociedad de que hay que sacrificarse. Eso lleva tiempo, mucho del cual hemos perdido con cuentos para niños. Engañarnos con falsos pragmatismos no ayuda, igual que tampoco ayuda dilatar la acción con falsas excusas. Tenemos que seguir avanzando, pero eligiendo las opciones más factibles a la vez que trabajamos en abaratar las que aún no lo son.
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