El
otro día hablaba de los modelos erróneos de desarrollo económico, y citaba el juego como uno de ellos. Bueno, pues parece que en Nueva York tienen las mismas tentaciones que en la Comunidad de Madrid (por cierto,
recientemente aprobadas), y Robert Frank dice unas cuantas
verdades al respecto, centradas fundamentalmente en el daño social que causan, y en las formas alternativas de crear rentas. Lo malo es que no le han hecho mucho caso, ojalá sea distinto en Madrid, incluso sin referendum.
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