Reflexión interesante, como siempre, de
David Ruyet sobre las smart cities. Creo que tiene razón en parte, aunque también creo que plantea una dicotomía innecesaria: no hay que elegir entre ciudadanos inteligentes o infraestructuras inteligentes. De hecho, las infraestructuras inteligentes pueden contribuir a tener más ciudadanos inteligentes. La técnica puede en ocasiones contribuir a mejorar la gestión y la gobernanza, por ejemplo permitiendo las decisiones a nivel consumidor, creando concienciación, y por tanto, resolviendo problemas de asimetrías de información que resultaban en una gestión ineficiente.
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