Existe una
teoría ampliamente aceptada de que, con algunas excepciones, el tener abundantes recursos naturales (léase petróleo fundamentalmente) es una maldición para los países, ya que no sólo no les ayudan a desarrollarse, sino todo lo contrario, convirtiéndoles en países en permanente conflicto. Bueno, pues recientemente ha aparecido un
artículo en Science que dice que no, que la causalidad es la inversa: es la existencia de conflicto la que acaba produciendo una excesiva dependencia del uso de los recursos naturales como elemento de desarrollo. En
TierneyLab hay una discusión sobre el tema.
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